Del poco hablar y del mucho callar se me secó el corazón y vine a perder la razón.
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martes, 28 de junio de 2011

Los que nos fuimos pero aquí seguimos.

En ésta atmosfera donde las promesas ya no tienen valor y las lecciones aprendidas caducan ¿en qué se puede confiar? No me entiendes y yo no me sé explicar. Y la pregunta del millón no me deja en paz ¿en qué momento cambió todo? ¿O cambié yo? Sus voces apuntan hacía mi, me señalan como eterna culpable, murmuran que todo esto lo merezco, que yo y nadie más me lo gané. Pero a mí no me convencen, no quiero, no puedo y no voy a creerme ese cuento. No tengo ni la más mínima idea a dónde se fueron las palabras de aliento, los abrazos, las ganas de arreglar todo. Parece que el significado de la palabra escuchar se esfumó. ¿Cómo es que la gente ya no sabe diferenciar entre coraje y tristeza? Si supieran ver más allá de lo evidente podrían darse cuenta de que la desesperanza, la vergüenza y el dolor interno son suficiente castigo para un buen rato. Y mejor me quedo callada porque si lo contara estoy segura que terminaría encerrada -quizás amarrada- con medicamentos de por vida. Porque según su realidad así se hacen las cosas, porque según las normas así acabamos los que aún sentimos y vivimos soñando, los que creemos que la vida no solo es un título y no es quedar bien con todos menos contigo mismo, los que no podemos evitar hacer una expresión de asco ante algo que no nos parece, los que dejamos de creer en que actuar bien te trae cosas buenas, los que en ocasiones dejamos de querernos porque nos hicieron sentir poca cosa, los que sonreímos porque ya nos da flojera explicar nuestras lágrimas, los que nos peleamos con la vida y ahora nos burlamos de ella, los que no quisimos censurar nuestras emociones, los que nos cansamos de conceder validez a todo aquello a las que habíamos dicho no, los que una y otra vez conocimos la falacia de la ilusión, los que poblamos nuestra soledad con la escritura, los que hablamos otro idioma que nadie nunca entendió, los que creímos que nunca íbamos a terminar así, los que aprendimos que la mentira y la verdad pudieran ser gemelas, los que nos perdimos en la nada y volvimos, los que nos caímos tantas veces que dejamos de contar nuestros fracasos, los que nos volvimos a levantar sólo para volar y no volver a poner los pies en la tierra, los que no vamos a parar hasta estar bien lejos pero bien contentos.



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