Hoy decidí perdonarme.

Ahí estoy otra vez. Sentada. Con los ojos hinchados (muchas lágrimas anoche) Pensando en todo y en nada.  Sintiendo que mi vida se va haciendo pedazitos. Mirando mi reflejo. No me regresa ni una sonrisa pero me comparte una lágrima. Y me pregunta "¿Ahora qué pasó?" No respondo. No le veo sentido. Ya lo sabe todo. Me quedo unos minutos callada mirando a la nada. Me observa. Noto que quiere decirme algo. No resiste, comienza a gritar. El espejo se rompe. Ella sale. Toma mi mano, limpia mis lágrimas y me da un abrazo. El abrazo que nadie me dio, el más sincero. El abrazo más cálido que recibí. Levanta mi rostro mientras recita las palabras que tanto tiempo esperé sentir. Nunca escuché palabras más fuertes. Se han quedado retumbando en mi interior para siempre:

"Ya me cansé de escucharte llorar. Me duele ver cómo te lamentas todas las noches. Te culpas de lo que no es tu culpa. Te sientes mal por sentirte bien. Te sientes tan sola que hasta te olvidas de mí ¿A caso me dejaste de querer? No haces otra cosa que lastimarme y enfadarte conmigo. Escuchas a todos menos a mí. Mírame ¡Mirate! Eres un hielo contigo. Dura como una pierda. Te esfuerzas demasiado y nunca es suficiente. Basta. Detente. Te prometo que no hay nada malo en ti. Confía en mi. Tienes que confiar en ti. Ya va siendo hora de que nos demos una oportunidad."

Y por fin me sonríe. Ni siquiera recordaba su sonrisa. Mi sonrisa. Le he dicho que si. Y hoy no he hecho otra cosa que pedirle perdón. No me importa cuanto tiempo me tome pero voy a perdonarme. Aunque los demás me odien voy a quererme. Siempre.