Lo normal es que los comentarios de mi hermana me arruinen el día. Pero el domingo a media misa fue diferente...
Ella -Deberías confesarte. Como que te hace falta. Últimamente estas fuera de control.-
Yo -¿Y qué le digo al padre?
¿Me disculpo por volver a ser feliz?-
Debieron ver su cara... era como de sorpresa mezclada con envidia y rabia.
¡Buena respuesta! que se fastidie XD
ResponderEliminarExcelente. A veces parece que la felicidad en la iglesia sólo se obtiene experimentando culpas. Y ser feliz, no puede, por deficinición, ser pecado. saludos.
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